Amor

por Adriana Boria

El sintagma “amor romántico” se corresponde con la crítica que desde  los feminismos se realiza a vínculos afectivos que van desde la constitución de  una identidad degradada hasta la desaparición/ borramiento/ muerte del otrx. Sin embargo, consideramos que a los fines de una mejor orientación y comprensión del tema debemos desagregar/ separar en esta entrada los términos del sintagma: “amor” y “romántico”. Cada uno de ellos poseen una base conceptual sumamente compleja y en el caso del “amor” vastamente desarrollada por teóricxs ,filósofxs, poetas,  aun desde la antigüedad grecolatina. Tal vez sea el amor uno de los conceptos más polémicos por las implicancias teórico existenciales que posee. Si a ello le sumamos el calificativo “romántico”, sin aclarar su sentido, corremos el riesgo de dejar de lado postulados analíticos-debatidos por los feminismos- tales como la necesidad de localización histórica  de los conceptos con los cuales trabajamos.

EL AMOR /  AMOR ROMÁNTICO. Respecto del amor debemos decir que su actualización en la teoría social se debe sobre todo a lo que se denomina “giro afectivo”. Este conjunto de reflexiones, al que se integran teóricas feministas y queer posee como objetivo dar cuenta del impacto de las emociones y afectos en el espacio público para señalar con ello la relevancia de una política de las emociones. De esta forma nos encontramos con teóricas como Sara Ahmed (2014) cuyo libro estudia emociones tales como el odio, el miedo, la repugnancia y también el amor. El amor se convierte así en una categoría sociológica. Debemos señalar sin embargo que en el  pasado siglo XX, mucho antes del giro afectivo autores como Denis  de Rougemont (2006) o Roland Barthes(1991) se ocuparon, cada uno desde su perspectiva, de reflexionar sobre el extraño fenómeno del vínculo amoroso , solo para nombrar a dos clásicos  de los muchxs que se ocuparon del tema. Sin embargo debemos subrayar que el giro afectivo coincide con la vocación histórica de los feminismos cual es la de cerrar las diferencias entre lo público y lo privado, entre lo que se dice y lo no dicho. Y recupera así una tradición crítica a los conocidos binarios que atribuyen las emociones y la pasión como cualidades de “lo femenino”. Situados afectos y emociones en el plano de lo público se explican estrategias del orden político que podemos encontrar hoy en los grandes medios de comunicación, solo para señalar uno de los lugares sociales que constituye sujetos e identidades. Una de las preguntas que propicia y actualiza esta reflexión sobre los afectos es ¿cuál es la función social del amor?  Este interrogante está resuelto en el enunciado “amor romántico”, sobre el cual volveremos.  

Más allá de la literatura, otros textos de la cultura, como por ejemplo el discurso filosófico no dudó en ocuparse del amor. Tuvo que llegar la modernidad y la impronta de la razón para comprender la importancia del tema en la constitución de las identidades sociales. Los “asuntos del corazón” se  reiteraron hasta tal punto que  autores como Peter Gay (1992) afirman que el siglo XIX es el siglo del amor. Pero aun con esta persistencia en el tiempo, el amor, como otras emociones, poseen una localización sociohistórica precisa. En este sentido, el imaginario amoroso de todos los tiempos, se ancla en experiencias concretas al mismo tiempo que se construye socialmente. Cada época histórica define una concepción del amor con rasgos particulares. La economía de las emociones ha cumplido y cumple funciones centrales en las identidades sociales acompañando procesos de dimensiones varias en el entramado social. Incluso se podría afirmar que hay emociones que predominan en ciertas épocas históricas. Por caso, el amor, en el siglo XIX fue un sentimiento dominante. (Gay ,1992) Señalamos  este momento histórico, pues es allí en donde sin duda se construyen las matrices de la cultura occidental, con los rasgos que ya conocemos: clasista, xenofóbica  y androcéntrica. Del conjunto profuso de literatura decimonónica elegimos dos textos modélicos: Fisiología del Matrimonio ,Balzac,1830; y Del Amor, Stendhal, 1822.Lo notable es que esta abundancia de discursos sobre el amor da cuenta de la conciencia de la época sobre la importancia de los afectos como medio de control social.

En el caso de La Fisiología, el autor delimita esas zonas donde incluye al matrimonio: el matrimonio es una institución pública, como tal debe someterse al conjunto de reglas que funcionan en el momento. El amor, como sentimiento individual, no es importante en esas zonas de la privacidad matrimonial. Balzac lo expresa claramente en otra definición del amor que transcribimos por considerarla significativa: «Las leyes del amor unen tan fuertemente a dos seres que ninguna ley humana podría separarlos» .

Si la descripción del Balzac se refiere al matrimonio como institución y a los medios para evitar el adulterio, las reflexiones de Stendhal en cambio, están centradas en el amor como pasión. El intento de Stendhal es la descripción del sentimiento amoroso, y su detenimiento en este aspecto hace que Peter Gay lo ubique como uno de los predecesores más importantes de Freud (Gay, 1992: 64). En Del amor de Stendhal encontramos también la problematización de esos espacios de la intimidad, pero las reflexiones se centran, en este caso, en un sentimiento que podemos calificar como opuesto a las normas morales de la época: el amor pasión. Esta clase de amor, que se integra a lo que desde los estudios literarios se denomina la concepción de vida del romántico, es una propuesta revulsiva para el orden del dispositivo de alianza: primero la conveniencia, luego las inclinaciones —son las normas para acceder al matrimonio.

Estos textos dan cuenta de un ámbito complejo respecto del amor, pero también nos permiten diferenciar dos modelos de mujer que encierran al mismo tiempo dos modos o tipos de amor:  la   esposa y  madre en donde habría un amor alojado en el espacio domestico privado y la mujer  libre con el amor pasión.  Junto con esos roles el siglo XIX opera otro movimiento: el amor y el deseo sexual se recluyen en el ámbito privado. Es sabido que el feminismo plantea una crítica radical al proponer la apertura de lo privado y reubicarlo en el ámbito de lo público y lo político.  

El amor romántico
La crítica al amor romántico se sitúa en esa línea de pensamiento. En primer lugar concibe al vínculo amoroso como político, y como tal indica los  juegos de poder cuyos destinatarios están signados por una desigualdad material y simbólica. De esta manera, el feminismo destruye el mito del sentimiento amoroso como producto de un sujeto individual al margen de toda modelización social. Se subraya así  que los vínculos amorosos son construcciones sociales y  ello supone una crítica a la idea de un sujeto centrado y autosuficiente.

Seleccionamos dos nombres como precursoras de reflexiones sobre el amor en el campo de los feminismos de la primera ola: Emma Goldman (1869-1940) y Alejandra Kollontai (1872-1952). Ambas forman parte de la fase de apertura de la revolución sexual:  la primera, partidaria del amor libre, (Almada, 2020) y la segunda al  concebir una idea de amor situado socialmente. Goldman fue una libertaria anarquista  y crítica de las sufragistas. Y revindicó una idea de amor en donde la libertad y la igualdad eran temas centrales. Su crítica al matrimonio lo sitúa en “un polo antagónico del amor” (Goldman,1910, 337). Por su parte Kollontai desarrolla un análisis global de la situación de la mujer y en líneas generales supone que la transformación de los vínculos amorosos solo se dará con un cambio de las relaciones de producción. Es central su ideal de amor como “el amor de camaradería”. ( Kollontai, 1923)
Tampoco podemos dejar de menciona a Clara Zetkin(1857-1933) Aunque la “cuestión femenina” fue central en sus reflexiones y su lucha por la emancipación de la mujer es una constante en su práctica militante, su concepción del amor se subordina a la transformación social.

Es la segunda ola del feminismo, en particular el feminismo americano donde se trata el tema en dos representantes del feminismo radical: Kate Millet y Shulamith Firestone. Hay aquí un gesto renovador en la reflexión sobre el amor. Es la articulación entre amor y sexualidad. Mencionamos este desplazamiento pues con él destacamos la postura del feminismo crítico respecto de la separación entre mente y cuerpo, entre materia y espíritu. Esto podemos verlo en Millet particularmente. En el caso de Firestone en su famoso ensayo “Dialéctica del sexo” encontramos dos capítulos referidos al amor. Uno de ellos en especial se dedica al amor romántico. Luego de reconocer la importancia capital del amor como vinculo relacional en la cultura, señala la  incumbencia del amor en la espera política y afirma la incidencia decisoria del factor del poder y la desigualdad en el proceso amoroso. Igualmente señala la articulación entre amor e institución matrimonial como factores de dominación.

Respecto del amor romántico Firestone se detiene en este sintagma e intenta una localización histórica. Para la autora no hay distintos tipos de amor. Cuando el amor nace en un contexto  donde “la vida amorosa  de todos” está afectada por relaciones de poder dicho vinculo no es posible de desarrollar. Ella define el amor romántico como un instrumento cultural desarrollado por la “supremacía masculina”  por “el poder masculino” , cuya finalidad  es mantener a las mujeres en la ignorancia de su condición”. Posteriormente señala características del amor romántico entre las cuales destacamos la reducción del erotismo a la sexualidad genital y la construcción de las imágenes   de mujer y belleza  ya conocidas.    

Hay que decir también que la traducción de romántico, si bien contiene aspectos que se relacionan con el termino romántico y romanticismo de la tradición literaria, han dejado de lado algunas facultades que en esta corriente son disruptivas y provocativas respecto de la condición femenina de la época. Como ya lo expresamos (Boria, 2020) la cultura decimonónica se caracterizó por el desarrollo de teorías, campos disciplinares, instituciones y prácticas signadas por la  desigualdad, la discriminación y la diferencia negativa. Las teorías románticas cuestionaron esta hegemonía provocando hendiduras en ese tejido social señalando al menos cuestionamientos respecto de una institución de control social para la mujer y los grupos disidentes como fue el matrimonio burgués.

Fue Roland Barthes (1991) en la época  actual,  quien, en su conocido libro, Fragmentos del Discurso Amoroso, diferenció “la escena de amor”, de “las historias de amor”. Con esta diferencia Barthes marca precisamente la impronta de la cultura mediática en la concepción de amor contemporáneo.

Hay que reconocer entonces toda una línea de construcción del sentimiento amoroso en nuestra cultura que se consolida en el siglo XX y que se encarga de rearfirmar roles tradicionales y heterosexuales en donde las historias de amor se expanden y constituyen roles y papeles sociales. Se opera un interpretación-traducción del siglo XIX y se vacía de contenido a figuras y temas amorosos que proponían en su momento histórico críticas a esa sociedad. El cine- me refiero a ciertos productos americanos- fue uno de esos trasmisores que cumplieron el rol central en su difusión. Los estereotipos de amor se estilizaron y marcaron época. Para nombrar un ejemplo paradigmático,  “La dama de las camelias” (Dumas) protagonizado por Greta Garbo. Señalo este film porque en la protagonista se concentran dos roles : la remisión a la prostituta enamorada- la mujer pasión incapacitada para amar- y la fama real de la actriz que fue una de las primeras “stars” de Hollywood. En suma  el sintagma “amor romántico”  funciona  como una categoría que da cuenta de la implantación de la desigualdad y la violencia en el vínculo amoroso. En ese sentido, permite  focalizar, detectar y denunciar las zonas de lo privado íntimo como espacios de subordinación y violencia. Simultáneamente debemos señalar la posibilidad del pensar que el amor contiene consignas existenciales relacionales que miran al otrx en marcos de afectos abiertos, solidarios y placenteros.  


Bibliografía

S.Ahmed (2015),  Política Cultural de las Emociones, México, Universidad Nacional Autónoma.  
L. Almada (2020), Notas sobre (y contra) el amor (libre), Inédito en Doctorado en Género, UNC
H. Balzac (1830-50...) La comedia humana, Colec¬ción Málaga, México [1958]. Tomo XVI: “Fisiología del matrimonio”[1830].
 R.Barthes (1991), Fragmentos de un discurso amoro¬so, México, Siglo XX.
A.Boria (2020), Políticas del amor en Heterotopías Vol3, N°5, FFyH, UNC.
G. Duby,  y M.Perrot (1993), Historia de las mujeres, Tomo 7, El siglo XIX,  Ma¬drid, Taurus.
S, Firestone (1976), La dialéctica del sexo. En defensa de la revolución feminista. Barcelona, Kairos.
P. Gay (1992), La experiencia burguesa, de Victoria a Freud,Mexico, Fondo de Cultura Económica. TOMOS I y II.
E. Goldman (1910), “El amor entre las personas libres”  en Irving Louis Horowitz, (1975) Los anarquistas 1 – La teoría, Madrid, Alianza.
A. Kollontai (1923), “Abran paso al eros alado. Una carta a la juventud obrera” en Biblioteca MIA, Autores Marxistas.
D.Rougemont (2006), El amor y occidente, Barcelona, Kairos.  
Stendhal (1822-29) Del amor, Buenos Aires, Hachette, [1943].

Adriana Boria. Licenciada en Letras Modernas. Magíster en Sociosemiótica y Doctora en Letras (UNC). Profesora titular plenaria de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Escuela de Letras Modernas en la Cátedra de Teoría Literaria. Directora del Programa de Estudios de Género y del Doctorado en Estudios de Género (CEA, UNC)

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