Buen Vivir

por Aída Maldonado Zapletal

BUEN VIVIR. Refiere a una cosmovisión que proviene de los pueblos originarios, ancestrales, que  desde las últimas décadas del siglo 20 viene siendo rescatada como alternativa política y cultural en distintas regiones de Latinoamérica.

Sumak kawsay o Allin kawsay (en quechua), Suma qamaña (en aimara), Küme Mogen o Kvme Felen (en mapuche), son  algunas de las expresiones que continúan diversificándose en la región para dar cuenta de un modo de vida sustentado en el respeto, reciprocidad, complementariedad e igualdad con todo lo que existe.

Vivir y convivir comprendiendo: la relacionalidad y la interconexión entre todos los elementos de un todo; la reciprocidad entre los mundos de arriba, abajo, ahora, y entre seres humanos y naturaleza; la correspondencia armoniosa y proporcional de los elementos de la realidad; y la complementariedad entre los opuestos.

Es la vida, es el ser estando. Es dinámico, cambiante; no es pasivo (Cabnal L.; 2010).

Para los pueblos andinos es “vida en plenitud”, “estar bien”, “saber vivir”. Paradigma comunitario de la cultura de la vida para vivir comprendiendo que todo está interconectado, es interdependiente y está interrelacionado (Huanacuni Mamani; 2010).

Si bien su origen trae consigo formas de vida por siglos invisibilizadas y menospreciadas, en los últimos años su cosmovisión se abre camino en múltiples territorios en resistencia, así como en espacios gubernamentales y de formación académica. Es un paradigma esencialmente práctico y de un carácter profundamente político, que cuestiona el concepto capitalista de desarrollo, asentado en el extractivismo, en la enajenación y en la explotación de los recursos naturales.

Es una alternativa que rompe con la visión eurocéntrica, de racionalidad antropocéntrica y sustentada en la ideología del patriarcado. Es la plataforma de movimientos que promueven los gobiernos plurinacionales, cuyos Estados deben basarse en la construcción de soberanía, dignidad, solidaridad, sustentabilidad y equidad en la distribución y redistribución del producto social. Su proclama fundamental es dejar en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal; asumiendo el respeto a todo ser vivo y reconociendo los derechos de la Madre Tierra.

Su práctica busca decolonizar o descolonizar el poder, el saber y el ser. Es el paradigma que alientan a los Estado Plurinacionales incorporados en las reformas constituciones de Ecuador (redactada y aprobada entre 2007 y 2008) y Bolivia (redactada en 2007 y promulgada en 2009). En ambas legislaciones se reconoce al Buen Vivir como cosmovisión y a la naturaleza (Pachamama o Madre Tierra) como titular de derechos, de modo similar a las garantías que el derecho internacional ha desarrollado en materia de derechos humanos.

Ecuador, Artículo 14: “Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay.”

Bolivia, Artículo 8: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”.

En las lecturas actuales, el modelo de este paradigma contempla diversas formas de organización económica: comunitaria, estatal, privada y social cooperativa, complementando el bienestar individual con el Vivir Bien colectivo y comunitario.

Así, diferentes comunidades de los pueblos originarios de Abya Yala, y organizaciones feministas, ecologistas y ambientalistas, alertan sobre cómo la visión del capital como valor fundamental del pensamiento occidental genera enormes e injustas diferencias de acceso y posibilidades a vidas dignas y soberanas; y, a la vez, entre seres humanos y todo lo que los rodea, llevando a la humanidad a un alto grado de insensibilización y destrucción.

Su perspectiva deja ver cómo el pensamiento hegemónico de occidente motiva y promueve la lógica del privilegio y del mérito, ignorando la necesidad real comunitaria.

Su origen ancestral, de transmisión oral y reconocido como parte de culturas de diferentes territorios, hace que cobre distintos matices según el contexto en el que se actualiza: más arraigado al sentir indígena; a la visión socialista y estatista (neomarxista); o bien a las luchas feministas entrelazadas con la defensa del ambiente, los territorios y la construcción comunitaria.

Algunxs autorxs (Hidalgo-Capitán, 2011) asocian el Buen Vivir con influencias intelectuales, tales como: el desarrollo con identidad; la teoría de la reciprocidad; el posdesarrollo; la teología de la liberación; la teoría de la dependencia; la teoría de la colonialidad; el desarrollo sostenible; la teoría del sistema mundial; el desarrollo humano; el desarrollo endógeno; el ecosocialismo; el socialismo del siglo XXI; la justicia social; la economía de la felicidad; la eudaimonía; la economía de los bienes relacionales; la economía social y solidaria; el feminismo intercultural; el feminismo de los cuidados; el ecofeminismo; la economía de autosuficiencia; la economía comunitaria; la economía descalza y a escala humana; la economía budista; el posextractivismo; el decrecimiento; la ecología profunda; y la teoría de la convivialidad.

En este marco, el Buen Vivir es definido (Hidalgo-Capitán y Cubillo-Guevara, 2015) como una forma de vida en armonía con uno mismo (identidad), con la sociedad (equidad) y con la naturaleza (sustentabilidad). 

La mirada ecologista y posdesarrollista insta a la creación de procesos locales de participación social, en la que cada comunidad defina su propio Buen Vivir o Buen Convivir (Gudynas y Acosta, 2011).  Sus autorxs subordinan la necesidad de alcanzar los objetivos de equidad e identidad a la necesidad de mantener relaciones armónicas con la naturaleza (sostenibilidad), lo que se logra por medio del respeto de los derechos de la naturaleza (Acosta y Martínez, 2011). Esta concepción se extiende entre los movimientos ecologistas latinoamericanos y europeos que consideran el Buen Vivir como la variante latinoamericana del decrecimiento y como una de las estrategias posibles para una transición socioecológica (Unceta, 2014).

Vale destacar que el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe nacido en 1981 ha sido un lugar de articulación y retroalimentación entre el Buen Vivir, el Ecofeminismo (VER), el feminismo intercultural y el feminismo de los cuidados. Enlazamiento fuertemente reforzado por las innumerables convocatorias de reflexión y práctica, que se vienen sucediendo, de carácter local y global. 

Puesto que si bien muchos enfoques indigenistas toman distancia del feminismo que reproduce el pensamiento occidental, contraponiendo la visión ancestral de la dualidad complementaria entre hombre y mujer (chacha warmi), en torno al Buen Vivir se alinean movimientos que reconocen como comunes las mismas luchas: contra el devastador capitalismo, la defensa de los territorios y los pueblos amenazados por la explotación sin límites, y por la reivindicación del rol de las mujeres, invisibilizadas en diferentes ámbitos en general y en los cuidados la vida en particular.

En Argentina, en el año 2015 y bajo el nombre de Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, se convoca a manifestarse –en el mes de abril-  e instalarlo como un derecho.  Su organización se concretó en febrero de ese año, en la localidad chubutense de Epuyen, entre mujeres en su mayoría originarias, elaborándose también un anteproyecto de ley y una carta que fue entregada a la entonces presidenta Cristina Fernández. Para la segunda marcha (en abril de 2016), la apuesta fue organizar llamamientos en diferentes lugares del país. En 2017 decidieron organizar el “1° Foro sobre pueblos indígenas, genocidio y argentinización”, en la ciudad de Bahía Blanca. En 2018, en la misma ciudad se reunieron en torno al “1er Parlamento de Mujeres Originarias de las 36 Naciones”, en Bahía Blanca, y en junio de ese mismo año se relanzan como Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. Su principal proclama es recuperar y hacer escuchar sus voces “que ninguna otra voz puede representar”, sostienen en sus enunciados.

Se aspira a construir una sociedad biocéntrica, donde la naturaleza ocupa el centro de las preocupaciones de los ciudadanos, que son considerados como una parte inseparable de ese todo (Gudynas, 2009).

Vale decir que hay un amplio abanico de posturas en el debate sobre la complementariedad. Por un lado encontramos autoras decoloniales, que nos acercan a la idea del igualitarismo ginecrático y no-engenerizado como forma de organización social en las sociedades no-blancas (Lugones M., 2008); feministas comunitarias muy críticas de la idea de complementariedad por considerar que responde a un patriarcado originario-tradicional; pensadoras poscoloniales, quienes identifican en el seno de los pueblos indígenas lo que denominan un “patriarcado de baja intensidad”.

Para Lucila Choque Huari: “Nuestros pueblos nunca lo asemejaron con el concepto de desarrollo menos como «modelo de vida». Al contrario, el «Vivir Bien» o el «Bien Vivir» es parte de una filosofía integral o sistema de visión opuesta por completo a la forma embrionaria del capital/ trabajo, y se da desde nuestros pueblos inherente al territorio, a su cultura, a ritos y simbolismos; los cuales no son vistos como folklore sino como la producción de vida con la naturaleza, con quienes te miras como a ti misma. Para entender esto es necesario vivir con nosotras/os, y solamente así podrían entender el «Vivir Bien», comer lo que comemos, de qué manera comemos biológicamente y espiritualmente, cómo cuidamos nuestra salud, cuál es el espejo en el que nos miramos, producir y trabajar en familia”.

El Buen Vivir propone cambios importantes. Es un proyecto de vida que implica la transformación de posturas con relación a la irrazonable cultura consumista y su concepción inherente: la no consideración de los límites y los agotamientos de la naturaleza y de las personas.

El Buen Vivir tiene que ver con el bien alimentarse, con el buen dormir, con el buen bailar o danzar, porque en el mundo andino, ancestralmente y hasta hoy en las comunidades, los trabajos se enlazan con el baile, porque el trabajo es una alegría y no un castigo como en la concepción occidental.

En el caso latinoamericano, su comprensión implica una descolonización y despatriarcalización de las ciencias sociales y la filosofía. (Mamani Huallco A., 2012)

Para las ecofeministas de América Latina el Buen Vivir retoma la relación de interdependencia holística entre lo humano y la naturaleza, y entre los diferentes sexos y géneros. El Buen Vivir trasciende lo que entendemos por solidaridad e implica asumir compromisos de vida que instan a crecer en humanidad (Choque Huari, L. 2012). De diversas formas se explica y profundiza la supervivencia de este paradigma, a la colonización y las visiones de humanidad en las que a una parte se la considera el «centro del mundo», «superior abstracto», como Europa y Estados Unidos; y a otra «inferior mundana natural», como América Latina, Asia y África. Por lo que el Vivir Bien configura una historia de largas luchas de insubordinación al orden establecido y revueltas de los pueblos indígenas originarios y campesinos que aún continúa.

Así, el cuidado de la vida traza un recorrido de innumerables mujeres líderes no reconocidas aún por nuestros propios pueblos.

Al respecto, Silvia Federici opina (2010) que antes de la conquista, las mujeres americanas tenían sus propias organizaciones, sus esferas de actividad reconocidas socialmente y, si bien no eran iguales a los hombres, se las consideraba complementarias a ellos en cuanto a su contribución a la familia y la sociedad.

Frente al etnocentrismo del feminismo occidental dominante, las voces y las experiencias de mujeres excluidas empujan desde varios frentes para que el proyecto intelectual y político del feminismo se descolonialice, se democratice y consiga crear las alianzas necesarias para apoyar procesos transformadores para todas las mujeres. No se trata de “añadir colores”, sino cambiar pre‐supuestos, visibilizar mecanismos de sujeción, y apostar por formas de articulación entre lo universal y lo particular para lograr cambios significativos.

Las feministas comunitarias se preguntan cómo es posible indignarse solo por la violencia que penetra con maquinaria la tierra y extrae los bienes naturales; y no pronunciarse por la violencia sexual contra las niñas, el incesto, el feminicidio. Y es por eso que plantean la recuperación y defensa del territorio cuerpo-tierra, porque no es concebible una tierra en paz, mientras haya cuerpos con dolor.

Aída Maldonado Zapletal

Bibliografía

Acosta, A. (2010b) El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo. Quito, Fundación Friedrich Ebert.

Aguinaga, M. et al. (2011) ‘Pensar en el feminismo’, en Lang, M. y D. Monkrani (eds.) Más allá del desarrollo, Quito, Fundación Rosa Luxemburg

Cabnal, L. (2010). “Documento en Construcción para aportar a las reflexiones continentales desde el feminismo comunitario, al paradigma ancestral originario del “Sumak Kawsay”” -  Guatemala,  Buen Vivir.

Choque Huari, L. (2012). Las mujeres en Bolivia y sus movilizaciones por el «Vivir Bien», en Transiciones para el Vivir Bien,  La Paz. 

Hidalgo C., A. y Cubillo G., A. (2017): “   Deconstrucción y genealogía del “buen vivir”   latinoamericano, 9 /2017, Alternative Pathways to Sustainable Development, https://doi.org/10.4000/poldev.2517

Huanacuni, F. (2010) Buen Vivir / Vivir Bien, Lima, CAOI.

Mamani, A. (2012) ‘La despatriarcalización entre momento constituyente y momento constitutivo’, en Arkonada, K. (ed.) Transiciones al Vivir Bien, La Paz, Ministerio de Culturas

Rodríguez Salazar, A. (2016). “Teoría y práctica del Buen Vivir: orígenes, debates conceptuales, y conflictos sociales. El caso de Ecuador”. Tesis doctoral, Universidad del País Vasco. 

Aída Maldonado Zapletal. Licenciada en Comunicación Social (UNC). Editora gráfica, periodista, radialista, productora de contenidos de la Agenda de las Mujeres y coordinadora del Cuaderno Agenda de las Chicas Soberanas. Coordinadora del sitio feminista: agfeminista.com.ar. Cofundadora de Radio Curva (Salsipuedes, Córdoba). Parte y creadora de diferentes ciclos radiales.                                                        


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