Chamana
por Sandra Román
Popularmente conocida como ¨la curandera¨, chamana es la mujer sabia que conoce cómo conducir las energías para la sanación del cuerpo, la mente y el espíritu. En las sociedades primitivas, se recurría a ella no sólo en caso de enfermedad sino también en busca de consejo. Su función como partera era vital para preservar la salud tanto de la madre como de los bebés. También era “partera del espíritu”, facilitando el nacimiento de las almas en el Otro Mundo, esto es, asistiendo a las personas en el momento de la muerte. Algunos de sus sinónimos son “mujer de conocimiento”, “mujer de medicina” o, como señala Clarissa Pinkola Estés (2005), “la que sabe”.
Muchas definiciones coinciden con esta última al determinar que la palabra chamana significa “que sabe”. Palabras con la misma raíz se encuentran en el sánscrito, sramana; en el chino, seha-men, y en el turco altaico kam udujan (mujer sabia).
El chamanismo supone una maestría sobre el reino de los espíritus aplicable a la curación física. Al igual que el sacerdocio, es un arte femenino que fue usurpado por los varones prácticamente en todas las culturas, a partir del advenimiento del patriarcado. Chamanas modernas como Vicki Noble y Lynn Andrews, entre otras referentes de la nueva espiritualidad de las mujeres, se han encargado de rescatar los conocimientos inherentes a esta sabiduría y han desarrollado una amplia tarea de difusión y docencia con el propósito de que éstos vuelvan a manos femeninas. Noble aporta claves para comprender los verdaderos intereses a los que respondió el Santo Oficio en la quema de brujas al indicar que “aunque fue la Iglesia cristiana la que las persiguió y aniquiló, los cazadores.
Vicki Noble (1991) señala que “el chamanismo es la religión más antigua en el mundo y se remonta a las raíces matrísticas primitivas de la cultura humana”. En la misma obra cita a Geoffrey Ashe, quien asegura que el chamanismo fue “antiguamente un culto de mujeres que estaba fusionado mientras lo estuvieron los pueblos” y que “después de que las tribus se separaron y dejaron de tener contacto entre sí, pasó a manos masculinas”. De este modo, comenzaron a utilizarse dos palabras diferentes para definir el género de quienes ejercen este arte: chamán y BRUJA (v.). Mientras que la primera, aplicada al varón, tiene connotaciones positivas, la segunda ha sido utilizada para denigrar a la mujer sabia y para justificar el asesinato de millones de mujeres durante la Inquisición.
“El conocimiento de la sanación que había sido de incumbencia de la mujer desde tiempos antiguos se convirtió en dominio masculino”, afirma Noble. “Con el desarrollo del fórceps se cristalizó la nueva profesión de la ginecología. Las mujeres, que habían sido capaces de confiar en la sabiduría de las parteras para el conocimiento del control de la natalidad, el aborto, el embarazo y el dar a luz efectivamente y a salvo, fueron lanzadas al «cuidado masculino», siendo consideradas sucias, contaminadas y desagradables, indignas de un tratamiento adecuado y hasta merecedoras de cualquier dolor que experimentaran. Estos nuevos doctores citaban textos bíblicos acerca del «pecado original» para convencer a las mujeres de que debían soportar el dolor durante el parto” (ídem). Lynn Andrews, por su parte, lleva escritos más de veinte libros que contienen y explican los conocimientos chamánicos de mujeres de medicina que representan culturas originales de todo el mundo. Su aprendizaje fue guiado por una aborigen norteamericana, Agnes Whistling Elk, a quien cita en el comienzo de Mujer chamán, el primero de estos libros, con la revelación de que “no hay hechiceros sin hechiceras”. “Un hechicero recibe su poder de una mujer, y siempre ha sido así –dice Agnes–. Un hechicero ocupa el lugar de un perro. Es meramente un instrumento de la mujer. Ya no parece ser así, pero lo es.”
La palabra curandera es también utilizada para definir esta profesión, aunque en la actualidad es un término frecuentemente asociado a la ignorancia y a la superstición cuando, aún hoy, en las poblaciones alejadas de los centros médicos “civilizados” son ellas las responsables de asegurar la buena salud de la comunidad.
En los tiempos que corren, con la salud del planeta amenazada por la contaminación y la devastación sistemática de los ecosistemas por parte de la llamada “civilización”, el rol de la chamana vuelve a tener importancia fundamental para detener el avance hacia la destrucción. Lynn Andrews advierte que “el mundo pertenece a la conciencia femenina” y que, por lo tanto, para devolver el equilibrio a la Madre Tierra, debemos primero recuperar nuestra conciencia de ella. Agrega que “las mujeres siempre tienen en común un lenguaje no hablado”, cuyas raíces “están hermanadas con la esencia de la Madre Tierra, porque ella también es femenina”.
“La mujer es la sustentadora del planeta y no debe permitir que su energía sea desviada hacia los sistemas masculinos, sea que estos estén dentro de un hombre o de una mujer”, afirma. “Todxs necesitamos la armonía del mundo. La Madre Tierra no ha sido bien comprendida, pero ella es en realidad el universo. Ella es el útero por el cual todo viene a la vida. La conciencia femenina es la energía que corporiza la sabiduría que necesitamos en este momento” (L. Andrews, 2000).
En la antigua Escandinavia, el chamanismo era una tradición femenina, gobernada por la Diosa Freyja, practicada por sus sacerdotisas y que sobrevivió durante la Edad del Bronce y el Hierro hasta la llegada del cristianismo. Entre las tribus saami y siberiana, persisten los recuerdos de los poderes mágicos de la primera chamana ancestral, llamada "Madre de los animales". Las tribus altaicas aún reverencian a la Tierra como un ser vivo, consciente y animado, que no puede ser herido, dañado u ofendido. Al igual que los ríos, las piedras y los árboles también son seres vivos gobernados por la Madre de las Aguas, la Mujer del Bosque, la Madre del Viento o la Anciana de las Rocas, porque todo en la Naturaleza tenía su Madre y estaba viva. Era conocida la capacidad de las mujeres escandinavas para curar heridas con hierbas y encantamientos, para curar con la imposición de manos y para usar "piedras curativas" en el parto y la enfermedad. Ellas cultivaban el arte de "tejer" encantamientos de poder, fuerza, coraje y protección entre los hilos de la ropa de los guerreros, en los estandartes de las tribus, así como realizar la magia de los nudos y las trenzas, era parte de la vida diaria femenina mágica. Confeccionaban sigilos para unir a las parejas, curar a los enfermos y proteger a los niños. Los hombres participaban en ciertos rituales (como celebraciones de cosecha o ritos funerarios) y en otras ocasiones veneraban individualmente a las Diosas para obtener beneficios personales (éxito en la caza y la pesca, en las batallas, en la venganza, en objetivos políticos, en viajes, en el mar, en curar enfermedades, para defensa y protección) pero siempre lo hacían bajo la orientación y la ayuda de visionarias, profetisas, chamanas y curanderas.
“El chamanismo femenino se basa en el ciclo de la sangre. Las mujeres occidentales han olvidado el significado del ciclo menstrual (v. MENSTRUACIÓN CONSCIENTE) y necesitan reconsiderar esta situación a fin de vitalizarse. Los misterios de la sangre durante el nacimiento y la menstruación configuran el núcleo del chamanismo”. (V.Noble, 1991).
En conclusión, podemos encontrar chamanas en las culturas de todo el mundo, desde Siberia al Sur de África, desde los países nórdicos a Australia y Sudamérica, en tanto el chamanismo femenino fue la primera práctica espiritual que conoció la humanidad, en un mundo donde la magia y la espiritualidad no estaban separadas del cuerpo físico y la materia. Con el dominio de la sociedad patriarcal, las chamanas pasaron a ser demonizadas y consideradas brujas en tanto la palabra chamán, en masculino, supone una posición de cierto rango y poder. Lo mismo sucedió con las antiguas sacerdotisas, cuyas funciones fueron reemplazadas por las del sacerdote. Por lo tanto, la primera función de las chamanas modernas consiste en sanarse a sí mismas de los milenios que han separado a la mujer de su naturaleza divina (v. DIOSA) y que han devastado sus conocimientos y su autoestima, con la consecuente pérdida de poder y soberanía.
El tema de las antiguas religiones femeninas ha sido marginado en el mejor de los casos, y a menudo tratado como si fuera una amenaza. La información sobre las prácticas populares reprimidas tiene que ser obtenida con esfuerzo, y se va obteniendo poco a poco y con enormes brechas. Solo volviendo a unir esos hilos rotos nos es posible imaginar cómo podría haber sido ese tejido cultural y volver a enfocarnos en las prácticas sanadoras y espirituales de las mujeres. Al revindicar las herencias vilipendiadas y prohibidas, es posible comenzar a comprender lo que tuvieron en común las cosmovisiones matrísticas de todo el mundo, ya se trate del modo de reverenciar a los antepasados, sanar dentro de temazcales o tiendas de sudor, el uso de bastones sagrados o la tradición de cantar sobre las hierbas, para potenciar de un modo mágico sus propiedades de curación.
Sandra Román
Bibliografía
L.V. Andrews (2000), “Mujer chamán”, Buenos Aires, Emecé.– V. Noble (1991), “Madrepaz: Un camino hacia la Diosa a través del mito, el arte y el tarot”, Chile, Cuatro Vientos. – C. Pinkola Estés (2005), “Mujeres que corren con los lobos”, Barcelona, Ediciones B.S.A.. - Vicki Noble (1991), “Mujer Shakti. Sintiendo nuestro fuego, sanando nuestro mundo. El Nuevo chamanismo femenino”, Madrid, Perito en Lunas. - Mireilla Faur (2006), “Mistérios Nórdicos. Deuses. Runas. Magias. Rituais”, San Pablo, Pensamento. - Mónica Sjöö (1995), “The Norse Goddess”, Penzance, Dor Dama Press. – Brooke Medicicine Eagle (1991), “Buffalo Woman comes singing. The spirit song of a rainbow medicine woman”, Nueva York, Ballentine Books. – Max Dashú (2016), Witches and Pagans. Women in European Folk Religion”, Richmond, Veleda Press.
Sandra Román
Escritora, periodista investigadora de las culturas matrísticas primigenias. Sacerdotisa de Avalon, Sacerdotisa de la Diosa, autora de los libros y cartas: Diosas en tu Vida Cotidiana, De Avalon a la Cruz del Sur y La Bendición del Grial entre otros.
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