Feminismos del Sur, de Abya Yala, populares

03 Dic, 2023

Por Alejandra Ciriza y Claudia Korol

Los feminismos del sur tienen su punto de partida en diversas experiencias situadas de oposición y resistencia al orden patriarcal, capitalista, racista y ecocida, al mismo tiempo que en críticas hacia las perspectivas eurocéntricas respecto de las experiencias, genealogías y conceptualizaciones feministas. Son experiencias a la vez situadas y mundializadas, que se suelen transitar con un sentido internacionalista.

El término es una de esas palabras de difícil definición, puesto que remite a diferentes usos, tanto políticos como académicos, e incluso a desacuerdos irreductibles (no simples malentendidos) a propósito de qué son, de dónde proceden y cómo se construyen los feminismos.

La idea de feminismos del sur hace referencia a un corte espacial: el que existe entre los países ubicados al norte del globo y las antiguas colonias, situadas al sur del mundo; pero también a una forma de clasificación de los seres humanos que, según Fanon, supone a unos como portadores del patrón de la verdadera humanidad, y considera a otrxs como subhumanxs, apenas vagabundxs que merodean las fronteras de ese proyecto de “humanidad” construido históricamente por Europa a partir de fines del Siglo XV.

Muchos autores y autoras, desde Marx a Ruy Mauro Marini, coinciden en señalar que la expansión material de Europa vino acompañada de un proceso de acumulación de capital (que Marx denominó originaria o primitiva) que generó desigualdades estructurales entre los países y los sujetos humanos. Como señalan Ochy Curiel, Verena Stolke y Angela Davis, en forma simultánea se produjo la división de la humanidad entre europeos y colonizados, una partición que junto a la expulsión de judíxs y árabes de la península ibérica, la imposición de regímenes de esclavitud a lxs africanxs y la conquista del continente llamado América, dio nacimiento a la idea de “razas”. Silvia Federici ha enfatizado el brutal sexocidio practicado a ambos lados del Atlántico, que sujetó a las mujeres a la extorsión de su fuerza de trabajo y a la dominación sobre sus cuerpos, mientras activistas y autoras como Vandana Shiva no sólo han resistido corporalmente la explotación de la naturaleza desencantada, sino que han puesto en cuestión la construcción de formas parceladas, androcéntricas y eurocéntricas de conocimiento.

Las críticas feminista y anticolonial son productos de un momento histórico marcado por la llamada edad de oro del capitalismo y la emergencia de sujetos políticos convocados por la resistencia al colonialismo, al productivismo y a la dominación y explotación de las mujeres. Nacieron en terrenos parcialmente disímiles, de allí las dificultades para su articulación.

Por una parte se tiende a identificar los feminismos con la experiencia de las mujeres blancas, de clase media, por lo general heterosexuales –y también lesbianas muchas veces invisibilizadas en su identidad-, que protagonizaron en Europa y Estados Unidos la crítica al orden socio sexual existente hasta ese momento. Por la otra, los movimientos anticolonialistas del tercer mundo son leídos como anticapitalistas, antirracistas, pero también como predominantemente masculinos si no masculinistas. Las formas como esos procesos condujeron a muchas mujeres y disidentes sexuales a transgredir los límites de las formas normativas de vivir sus corporalidades sexuadas, ha sido un asunto secundarizado. Esa percepción suele funcionar a la manera de esquema interpretativo general y a constituir al feminismo europeo y estadounidense en el paradigma del feminismo. Esta interpretación se ha visto reforzada a través de la construcción de una historia del feminismo a su medida, y de la elaboración de una perspectiva conceptual que presenta esa versión del feminismo, una versión delimitada espacio-temporalmente, corporal y experiencialmente, como el punto de vista crítico de la dominación socio sexual por antonomasia. Es decir, se ha tomado una experiencia feminista particular como si fuese la única forma posible de experiencia feminista, a la vez que se la ha ubicado en el lugar de modelo para las demás.

Por otra parte las experiencias de las feministas del sur, acuñadas al calor de las batallas anticoloniales, de la puesta en cuestión del productivismo y la mercantilización, de la resistencia ante los avances sobre la naturaleza, de la crítica hacia las agendas de derechos promovidas desde occidente con pretendido alcance universal, de la puesta en cuestión de los fundamentalismos religiosos, como lo ha hecho la feminista árabe Fatema Mernissi, son percibidas a menudo, debido a su articulación con otros conflictos y a sus raíces en otras culturas, como no feministas o como efecto de la influencia ejercida por el feminismo occidental.

A partir del último cuarto del Siglo XX se conformaron varios escenarios que contribuyeron a la visibilización de la especificidad de los feminismos del sur: desde los foros que acompañaron las Conferencias Mundiales sobre mujer, paz y desarrollo promovidas por la ONU, hasta los Foros Sociales Mundiales, que operaron a la manera de puntos de confluencia de activistas y académicxs procedentes de diversos puntos del orbe. En el caso específico de Nuestramérica lo fueron los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe iniciados en Bogotá, Colombia, en 1981; los Encuentros Nacionales de Mujeres iniciados en Argentina en 1986 hoy devenidos plurinacionales e incluyentes de disidencias y diversidades. A ello es preciso sumar un intenso proceso de internacionalización desde abajo bajo la forma de Paros Internacionales realizados a nivel mundial los 8 de marzo y el vertiginoso rejuvenecimiento con la incorporación de numerosxs jóvenxs en distintos espacios de activismo y agitación callejera.

Los feminismos del sur conforman un espectro amplio de experiencias de mujeres y disidencias corporales y sexuales –lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersex, no binaries- que a menudo no se reconocen como feministas, debido a la carga eurocéntrica que el término porta. Nacen de las experiencias encarnadas, situadas, singulares y colectivas a propósito de las consecuencias políticas de la corporalidad humana en terrenos parcialmente disímiles a la vez que ligados entre sí por la experiencia colonial, en un mundo sujeto a un proceso de globalización capitalista que ha acentuado la interconexión a la vez que las desigualdades. En respuesta a la globalización desde arriba han ido creciendo experiencias de internacionalismo desde abajo.

En ese terreno nacen los feminismos latinoamericanos reivindicando la especificidad de la experiencia en el continente, los feminismos, los feminismos comunitarios iniciados en Bolivia y Guatemala, los feminismos indígenas, mapuche, aymara, guaraníes, y de otros pueblos originarios, los feminismos negros, las experiencias organizativas de las mujeres, travestis, trans, lesbianas migrantes –especialmente las racializadas que sufren opresiones más profundas- ; los feminismos ligados a las experiencias campesinas, villeras, de defensa de la naturaleza, los feminismos encarnados en identidades travestis y trans (Lohana Berkins es una referencia ineludible de esta experiencia). En otros puntos del planeta las mujeres se hacen escuchar, desde las mujeres de Kurdistán y su propuesta de Jineolojî (ciencia de las mujeres) que reconstruye prácticas y saberes, al movimiento Chipko en la India y el movimiento de mujeres contra la desertificación en África, una de cuyas más reconocidas activistas fue Wangari Maathai.

Ese cúmulo de experiencias ha generado, por una parte, debates entre activistas y académicas relativos a las conceptualizaciones y los supuestos epistemológicos y políticos de las perspectivas eurocéntricas. De esos debates, sin embargo, los que han alcanzado mayor difusión son los que viajan de norte a sur, impulsados por las usinas académicas y la industria editorial. Autoras como como Gayatri Spivak y Chandra Mohanty , Gloria Anzaldúa, Oyèrónké Oyěwùmí , todas ellas residentes en Estados Unidos y procedentes del sur, o en el caso de Anzaldúa de la frontera, se han transformado en las portavoces de un proyecto de desoccidentalización de los feminismos que, una vez más, se escribe en inglés y transita de norte a sur. Desde el sur geográfico una parte de esos debates han sido canalizados a través de diversas vías, incluida la construcción de espacios autogestivos de formación y el editorialismo independiente. También han contribuido a la circulación de discusiones y elaboraciones conceptuales las editoriales vinculadas a organizaciones académicas, como CLACSO, y las universidades de la región.

Un proyecto más modesto de recuperación de genealogías feministas y de mujeres desde el sur es llevado a cabo de manera colectiva por activistas e intelectuales que han hecho visibles otras raíces y tramas para los feminismos del sur, fundamentalmente a partir de la necesidad de recuperar a las propias ancestras, como ha sucedido en Ecuador con las combatientes negras por la independencia Jonatás y Nathan, con Dolores Caguango y Tránsito Amaguaña; en el territorio de los Andes centrales con Bartolina Sisa y Micaela Labastida; en Paraguay con la India Juliana; en el territorio de las otrora Provincias Unidas del Sur con Remedios del Valle y Juana Azurduy.

Feminismos Populares del Abya Yala. Los Feminismos Populares del Abya Yala han nacido desde las revueltas y rebeldías populares en las que mujeres, lesbianas, travestis, trans, se encuentran en la primera línea, desde las ollas comunes, los comedores comunitarios, las huertas en el campo y la ciudad, los cortes de ruta, las recuperaciones de territorios ancestrales, los gritos colectivos de Ni Una Menos -contra las violencias y los feminicidios-, las acciones socorristas acompañando a mujeres y personas que abortan, y exigiendo en las calles la aprobación de una Ley por el Aborto Seguro y Gratuito.

Los Feminismos Populares tienen sus raíces en las comunidades que cuidan y defienden los territorios agredidos por las políticas extractivistas –que cuidan las superganancias de las transnacionales mineras, del agronegocio, de las empresas forestales, de las constructoras de megarepresas, entre tantas otras. En las resistencias de las mujeres de diversos pueblos originarios, negros y afrodescendientes, quilombolas. En las prácticas de pobladoras, campesinas, migrantes, villeras, piqueteras, mujeres, lesbianas, trans y travestis que se consideran en prostitución y las que se consideran trabajadoras sexuales. En las luchas de trabajadoras (ampliando el concepto de trabajo, que incluye las dimensiones productivas y reproductivas) de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, no binaries, intersex.

La designación “Abya Yala” alude al territorio en el que nacieron y se ampliaron estas experiencias, hasta volverse una gigantesca marea que desbordó fronteras geográficas, políticas, culturales, y biológicas. “Abya Yala” es el modo en el que el pueblo kuna, habitante de Panamá y de Colombia, nombra al continente. Tiene distintos significados: “sangre que corre libre”, “tierra libre”, “tierra que florece”. Los pueblos se apropiaron de este modo de nombrar al continente, desconociendo así a la “América” que honra a Américo Vespucio, evocando el “descubrimiento”, la conquista y la colonización europea.

El “desencubrimiento” de América va creando la identidad colectiva con un territorio en el que las fronteras coloniales fragmentaron a los pueblos, hasta desconocerse en limitadas identidades “nacionales” y “estatales”, que fueron constituidas y gerenciadas por las burguesías locales subordinadas al poder mundial. Al igual que el pueblo kurdo, que habita en los territorios de cuatro Estados, muchos pueblos en este continente, como por ejemplo los pueblos mapuche, lenca, guaraní, kolla, aymara, habitan territorios que abarcan más de un estado nacional o provincial. Las fronteras geográficas son cruzadas de manera permanente en un sentido y otro, siendo esas “migraciones” estigmatizadas por los Estados. Las mujeres de este continente –al igual que las mujeres kurdas- asumen ese tránsito como parte de sus derechos ancestrales.

Los Feminismos Populares del Abya Yala se proponen la descolonización, la despatriarcalización, la desmercantilización de las experiencias de vida en las tierras que habitamos, partiendo de la recuperación de los saberes ancestrales, de diálogos que nos permitan tejer la trama desgarrada por las sucesivas conquistas, genocidios, invasiones, exterminios, feminicidios.

Estas experiencias promueven la impugnación de los Estados Nación, advirtiendo su institucionalización como modo de organización de las necropolíticas capitalistas, coloniales y patriarcales. Es parte de este reconocimiento básico lo que hace a los Feminismos Populares del Abya Yala, asumirse como plurinacionales, internacionalistas, reivindicando la voluntad política de creación de una comunidad, donde las diferentes espacialidades geográficas y las diversas corporalidades se vuelven territorios a cuidar, a reconocer, a defender, frente a las agresiones de los sistemas políticos, económicos, sociales, culturales, y los regímenes heterosexuales, que pretenden delimitar lo normal, desde las lógicas hegemónicas de los patrones blancos, occidentales.

Los Feminismos Populares del Abya Yala, en una gran parte, integran o interactúan con movimientos populares, de trabajadoras/es, que son parte de la Resistencia Indígena, Negra, Popular, que ya lleva más de cinco siglos de luchas plurales. En muchos casos, estos feminismos han quedado invisibilizados por la presencia potente de los feminismos hegemónicos, académicos, de ONGs, que con su palabra erudita pretenden universalizar su propia experiencia, y presentarla a partir de una mirada predominantemente eurocéntrica, Occidental, del Norte (Ver Feminismos del Sur). Han quedado invisibilizados también, porque siendo parte en gran medida de movimientos mixtos, en ellos los varones han tenido lugares privilegiados de vocerías y representación.

Si bien los Feminismos Populares de Abya Yala se reconocen en experiencias ancestrales, en las voces que traen la memoria de lucha de sus pueblos, es en el siglo 21 cuando han alcanzado mayor articulación. Más que en citas académicas, o en la selección arbitraria de personas que supuestamente representan a propuestas colectivas y comunitarias, queremos reconocer las voces que los nombran en palabras múltiples, entre las que destacamos las de Ramona (y de las mujeres organizadas en el EZLN de México, muchas de ellas comandantas, que promovieron experiencias vitales como la Ley Revolucionaria de Mujeres, los Encuentros Internacionales de Mujeres que luchan), Berta Cáceres (y las mujeres y sectores LGTTBI que integran COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), Macarena Valdes (mapuche de Gulumapu, y en ella a todas las mujeres mapuche que defienden territorios y enfrentan las políticas extractivistas), Marielle Franco (activista negra, lésbica, favelera, de Brasil, y en ella las palabras de las mujeres negras, afrodescendientes, invisibilizadas históricamente en sus resistencias), las mujeres trabajadoras rurales sin tierra en Brasil, y las integrantes de la Via Campesina internacional, entre muchas otras que hoy enfrentan al golpe de Estado en Bolivia, las políticas violentamente patriarcales en Brasil, a las lideresas sociales asesinadas en Colombia, a las travestis como Lohana Berkins y Diana Sacayan –que promovieron un feminismo no biologicista- y a todas las mujeres defensoras de los derechos humanos, de la vida, que podemos nombrar en el reconocimiento a Azucena Villaflor, María Ponce y Esther Balestrino (Madres de Plaza de Mayo asesinadas por la dictadura). Muchas de las feministas defensoras de la naturaleza y de los territorios, están hoy criminalizadas y perseguidas, como Lolita Chávez, del Consejo del Pueblo K’iche’ de Guatemala, o Miriam Miranda, de OFRANEH (Organización Fraternal Negra de Honduras). La experiencia de los Feminismos Populares de Abya Yala, se escribe principalmente en la piel del continente, lastimada por los sucesivos genocidios de los pueblos, y por los feminicidios territoriales, empresariales, con los que el patriarcado capitalista pretende disciplinar a los pueblos.

En la experiencia de los Feminismos Populares del Abya Yala, se inscriben diversas articulaciones y movimientos que recuperan esos nombres, o los re-escriben en clave colectiva. Teorizan sus prácticas en diálogos de saberes, en talleres de pedagogía feminista y popular, en distintas formas creativas de expresar sus sentires, sus reflexiones, sus horizontes de deseo, y sus acciones.

Véase:

Anzaldúa, Gloria (2016) Borderlands. La frontera. Madrid: Capitán Swing.

Cabnal, Lorena (2010) Acercamiento a la construcción de la propuesta de pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala. Valencia: ACSUR, Las Segovias.

Cansiz, Sakine (2017). Toda mi vida fue una lucha. América Libre

Carneiro, Sueli (2009) Ennegrecer al feminismo. Disponible en http://bivipas.unal.edu.co/bitstream/10720/644/1/264-Sueli%20Carneiro.pdf

Espinosa, Yuderkys, Gómez, Diana y Ochoa, Karina (Eds.) (2014) Tejiendo de otro modo: feminismo, epistemología y apuestas descoloniales. Popayán, Ed. Universidad del Cauca.

Gargallo, Francesca (2004) Ideas Feministas Latinoamericanas. México: Universidad de la Ciudad de México.

González, Lélia (1988) ”Por um feminismo Afro-latino-Americano”, Isis, pp. 133-142.

Korol, Claudia (2018) Las Revoluciones de Berta. Buenos Aires: América Libre.

Korol, Claudia compiladora (2016) Feminismos populares, pedagogías y políticas. Buenos Aires: América Libre, Chirimbote.

Manual de la Escuelita Zapatista, Nº 1 y 2 (2016) La libertad según lxs zapatistas. Buenos Aires: Editorial El Colectivo, América Libre y Tinta Limón.

Mernissi, Fatema (2008) Las sultanas olvidadas. Barcelona: El Aleph editores.

Mies, Maria y Shiva, Vandana (1997) Ecofeminismo. Teoría, crítica y perspectivas. Barcelona: Icaria.

Mohanty, Chandra, Ann Russo, Lourdes Torres (1991) Third World Women and the Politics of feminism. Bloomington: Indiana University Press.

Spivak, Gayatri (1998) “¿Puede el subalterno hablar? Obis Tertius, año 3 no. 6: 175-235.

Oyěwùmí, Oyèrónké (2017). La invención de las mujeres. Una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género. Bogotá: En la frotera.